a través de su muerte, comparte con los creyentes “la promesa de la herencia eterna” (9:15). Su trono y su sacerdocio son para siempre (1:8; 5:6; 6:20; 7:17, 21). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (13:8). Al considerar el uso de estas tres importantes palabras, se puede ver que Jesucristo y la vida cristiana que nos da son mejores porque estas bendiciones son eternas y nos dan una posición perfecta ante Dios. El sistema religioso bajo la ley de Moisés era imperfecto, ya que no
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